jueves, 10 de febrero de 2011

Príncipe de las Tinieblas

Siniestro


Fue un encuentro más con la huella del difunto y el símbolo de la muerte, tenía un estado físico deplorable, por lo que tuvieron que aplazar una intervención quirúrgica a la que tengo que someterme.

Hace un tiempo atrás tuve una pesadilla, en la cual un cuerpo en putrefacción estaba acostado a mi lado, lo más sorprendente  era que este ser tenía vida y me miraba con sus vacios ojos negros y el púrpura tono de su piel.

Saqué la fantasmal piedra siniestra de mi cofre y la coloqué en el altar para limpiarla energéticamente ya que el ambiente de la habitación se había puesto funesto, presentí que se debía al hecho de no haberle tomado en cuenta por un tiempo. Al día siguiente una molestia se hizo presente en mi garganta y gradualmente el dolor fue aumentando, la fiebre y el escalofrió aparecieron y me tenían a un paso del delirio; el ambiente de la habitación y el estado de mi cuerpo expresaban perfectamente la última fase vital…
El escalofrió de mi cuerpo me hacía sentir que invisibles serpientes se enroscaban en mis piernas, subían por mis brazos, la presencia de seres deformes que trataban de ingresar por mi abdomen, me hacia sacudir, parecía que estaba sufriendo alguna clase de posesión, el dolor en mi garganta se asemejaba al zigzagueante baile de un cuchillo y la fiebre me mantenía atado a la debilidad de mis extremidades; en aquel momento muchas ideas venían a mí, ideas que repartían tierra de cementerio en mis incerrables ojos.

El Baile De Los Ahorcados - Arthur Rimbaud


En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.

¡Monseñor Belzebú tira de la corbata
de sus títeres negros, que al cielo gesticulan,
y al darles en la frente un buen zapatillazo
les obliga a bailar ritmos de Villancico!

Sorprendidos, los títeres, juntan sus brazos gráciles:
como un órgano negro, los pechos horadados ,
que antaño damiselas gentiles abrazaban,
se rozan y entrechocan, en espantoso amor.

¡Hurra!, alegres danzantes que perdisteis la panza ,
trenzad vuestras cabriolas pues el tablao es amplio,
¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla!
¡Furioso, Belzebú rasga sus violines!

¡Rudos talones; nunca su sandalia se gasta!
Todos se han despojado de su sayo de piel:
lo que queda no asusta y se ve sin escándalo.
En sus cráneos, la nieve ha puesto un blanco gorro.

El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas;
cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla:
parecen, cuando giran en sombrías refriegas,
rígidos paladines, con bardas de cartón.

¡Hurra!, ¡que el cierzo azuza en el vals de los huesos!
¡y la horca negra muge cual órgano de hierro!
y responden los lobos desde bosques morados:
rojo, en el horizonte, el cielo es un infierno…

¡Zarandéame a estos fúnebres capitanes
que desgranan, ladinos, con largos dedos rotos,
un rosario de amor por sus pálidas vértebras:
¡difuntos, que no estamos aquí en un monasterio! .

Y de pronto, en el centro de esta danza macabra
brinca hacia el cielo rojo, loco, un gran esqueleto,
llevado por el ímpetu, cual corcel se encabrita
y, al sentir en el cuello la cuerda tiesa aún,
crispa sus cortos dedos contra un fémur que cruje
con gritos que recuerdan atroces carcajadas,
y, como un saltimbanqui se agita en su caseta,
vuelve a iniciar su baile al son de la osamenta.

En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.

martes, 1 de febrero de 2011

T.A.S. (El último sorbo)


Cerca del frio corredor he de estar y en pocas horas la puerta se abrirá, el cambio empezará, la transformación  soporífera me hará despertar en un sitio donde no recordare todo.
G. K.
Cuervos  sin grilletes.
Lagrimas hechas de hielo, destruyendo el quejido de Dios,
Jinetes que llevando su pena se ennegrecen con la noche…

Solo la muerte es real.

La agonía, se ha convertido en la eterna amiga de las calladas piedras…,
piedras que truenan con destellante aroma de sangre.