Invisibles golpes martillan mis arterias,
con obscuros lasos que atan mi visión.
La angustia y el llanto me ahorcan
en una agitada danza de paz...
Un teatro de lágrimas vivientes
se expresan en el frío respiro,
del barquero del infierno;
y palpitante mi espíritu se ahoga
en la penosa senda
que me han dejado mis ancestros.
Negros gatos emulando a la noche,
sus brillantes ojos siendo mil lunas,
suspiros decadentes
sobreviviendo con la soledad de mi atmósfera.
Desesperados son los podridos gritos de mi alma;
en mis manos reposa...
el tétrico silbo de mi vida.
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