Amaneció, tenía que llegar inmediatamente al hospital público, la madrugada aun conservaba el frio.
En las cavernas del millonésimo astro, me reveló el acompañante que el autor del hecho había sido MARBAS aunque no sé si también menciono a AGARES; solo recuerdo el tacto que tuvo mi espíritu con sus brazos. Me “salte” dos puertas y entre en otra cueva, tres tipos me querían hacer daño, y una voz las llevo a otra dimensión… regresaron con odio al saber que no me podían hacer algo.
Todo el día pase sintiendo la enfermedad en mis ojos y el desespero del alma matter aniquilando poco a poco mi paciencia; sentí el tibio aire de la tarde y las enfermizas aberraciones intestinales pateaban mi calma. El autobús se movía lento y el sudor comenzó a mojar mi piel, no resistí la presión y abandone el transporte, camine sin detenerme y sin rumbo fijo buscando un sitito oculto de la carretera, pero la naturaleza no cubría mucho, a vista de varios conductores, me arrime a una cruz plantada en memoria de un atropellado, y yo defecaba con simple vergüenza, me volví el efímero espectáculo de muchos pasajeros.
En la mañana siguiente, veía las noticias por televisión y observe que dos horas antes de que llegue al sitio donde deposité mis heces fecales, habían asesinado brutalmente a un individuo dos sicarios.
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